Cuando nos encontramos frente a un paciente con algún tipo de demencia, lo primero que debemos preguntarnos es qué tipo de demencia es el que padece. Al responder a esta pregunta podemos observar en qué le afecta: puede ser a la memoria, o bien al lenguaje, la fluidez verbal en conversación, movimientos… Pero, ¿qué podemos hacer si no logramos entender al enfermo?.

La comunicación entre una persona que sufre una Demencia y quien ha de cuidarle es un aspecto fundamental para facilitar la vida diaria, dado que las dificultades en el lenguaje nos impiden tanto entender al enfermo como conseguir que nos entienda. Paulatinamente vamos comprobando alteraciones del lenguaje (no articula bien las palabras, no encuentra la palabra correcta, tiene dificultades de comprensión).

Es de suma importancia que el cuidador establezca una relación de empatía con el paciente, lo que hará que la ayuda sea más eficaz y de calidad, conocer lo que siente en cada momento. Con ello el propio enfermo nos proporciona la ayuda necesaria también. Siempre, claro está, entendiendo hasta dónde puede llegar la persona a la que estamos cuidando, qué es lo que puede comprender y lo que no.

Podemos utilizar frases cortas, gestos y movimientos, refuerzos. Siempre sin olvidar que no tratamos con un niño, que es una persona adulta que, aunque ahora no nos pueda comprender del todo, su vida se ha desarrollado bien hasta ahora. También podemos utilizar una comunicación mediante el tacto, con gestos, de forma empática y afectiva.

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