Se trata de una forma de estrés, que se define a partir de un estado de agotamiento físico y emocional, y que aparece en personas que han cuidado de personas dependientes, bien durante largos periodos de tiempo, bien durante periodos más cortos pero con un nivel de implicación intenso.

Los síntomas de el síndrome del cuidador quemado pueden resumirse en:

  • Agotamiento: el cuidador se siente agotado emocionalmente, es decir, se encuentra sin recursos para afrontar las situaciones que puedan presentarse y de las cuales es responsable.
  • Despersonalización: es un alejamiento emocional, el cuidador realiza sus tareas de forma mecánica.
  • La calidad de las relaciones interpersonales del cuidador se deteriora (con sus amigos, compañeros, familia…)
  • El rendimiento del cuidador disminuye, y se siente insatisfecho con su trabajo
  • El cuidador percibe de forma negativa sus propias competencias, y sus posibilidades de éxito. Es decir, valora su eficacia de forma negativa.

Para poder superar esta situación la Asociación Psicogeriátrica Internacional propone una serie de acciones:

  1. Cambiar nuestra actitud y empatía, tratando de adaptarnos a los cambios
  2. Tratar de entender as causas y significados de determinadas conductas.
  3. Crearnos unas expectativas realistas con respecto a las capacidades que  tiene la persona que estamos cuidando.
  4. Ser tolerantes con las conductas problemáticas.
  5. Emplear el sentido del humor, nuestra capacidad para expresar sentimientos y ser creativos a la hora de manejar problemas conductuales. Desarrollar nuestra capacidad para detectar a tiempo los desencadenantes de estas situaciones.
  6. Debemos igualmente fomentar la autoestima del enfermo, dejándole que tenga un cierto grado de control sobre su entorno y tome alguna decisión.
  7. Tener una permanente voluntad de mejora.  Siempre podemos aprender de estos momentos de dificultad.
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